RESEÑA LITERARIA – ‘VISIONES DEL FUTURO’ [Ciencia Ficción]; por Irad Ramírez "Antiguos y Abismales - Veracruz México"; Colaboración a Circulo de Horror "Primigenios"

El conflicto de las etiquetas no es exclusivo de ningún género literario, pero uno de los que más padece de falta de consenso es la Ciencia Ficción, debido a sus ilimitadas posibilidades temáticas, por lo que también es inmune a ser rotulada para su exhibición en su librería de confianza o en ese pasillo del supermercado si vive en provincia y hay pocas librerías.

Bajo este rótulo encontraremos las sagas juveniles del momento, importa poco si hablan de ciencia o mundos futuros, incluso puede haber magia; o las novelas que Stephen King, entrega puntual dos veces al año, sin importar que a veces sean del género policiaco. Todo lo que no entró en los anaqueles de literatura universal, clásicos, fantasía, terror o aventuras, selecciones de por sí de dudosa curaduría.

La Ciencia Ficción no vende. No vende porque nadie sabe qué es, “nadie” hablando del público en general, el ciudadano de a pie, esa madre que mencionamos que apenas tiene tiempo después del trabajo y de sus obligaciones domésticas, el adolescente que solo quiere ser famoso y hacerse una personalidad dictada por el youtuber del momento (o del algoritmo). Y no nos olvidamos de “los lectores” ni sus variables, que sobre frases como “solo leo realismo” “es muy fantasioso” o “este libro de autoayuda te cambiará” mirarán con desdén a autores clave que poco a poco se desvanecen y se vuelven en consecuencia inaccesibles ya que nadie los compra, por lo que los pocos interesados tendrán que recurrir a bazares de segunda mano, grupos de compra venta en internet, que por una edición sin portada y amarillenta de “El hombre ilustrado” de Bradbury, un vendedor aprovechado quiere pagarse la remodelación de su casa. En el mismo caso de provincia, las bibliotecas públicas rara vez son una opción, si no me cree intente sacar algo de Harlan Ellison y el encargado lo verá con extrañeza. Al final casi siempre hay que recurrir a las versiones “prestadas” digitales, que si no dispone de un lector electrónico hará que se acabe la vista.

Entrando en materia y sin pretender ser exhaustivo, una manera para entender al género, es ir a los antecesores, a lo que llaman la proto- Ciencia Ficción, la literatura  de autores que ficcionaron con intenciones del género antes de que existiera. Sin exagerar, porque  hay autores que datan los primeros relatos de esta índole a 150 años después de la era común, como lo hace John Clute en su “Enciclopedia de la Ciencia Ficción” de 1979.

Para ello antes hay que definir las intenciones del género. Una obra de Ciencia Ficción tiene que mirar hacia el futuro y plantear escenarios posibles con las tecnologías que podrían ser. De estas situaciones generar más preguntas para desentrañar cómo nos relacionamos con el otro, con el entorno y nosotros mismos.

La primera etapa son las de las novelas científicas, en donde los autores movidos por los avances del momento buscan escenarios inmediatos sin necesidad de rigor científico. Ejemplos son Mary Shelley, Edgar Allan Poe, H. G. Wells, Robert Louis Stevenson y Julio Verne. Estos autores se basaron en temas del momento en el campo de la medicina y pseudociencias ya abandonadas, como el galvanismo o la frenología; las tecnologías de la comunicación y transporte; así como los descubrimientos en viajes y cartografías de regiones remotas. Una época donde la última frontera seguía alejándose más y más. Todo lo anterior sin ser el fin, solo el pretexto para hacer historias que critiquen a la sociedad y enmarcar una aventura o drama.

La segunda gran etapa es la de la ficción especulativa, encabezada por autores como Isaac Asimov, Hugo Gernsback, John Wood Campbell, Ray Bradbury  y una larga lista de autores que escribieron en revistas como Amazing Stories, Astounding Science-fiction, Galaxy y un sin número más que aparecieron en Estados Unidos, lo que es curioso ya que la primera etapa de novela científica tuvo su fuerza en Inglaterra. Durante esta segunda etapa, que podemos enmarcar en la primera mitad del siglo XX, es donde aparecen los primeros problemas temáticos, ya que empieza a mezclarse con otros géneros populares como el western, la aventura, la picaresca, alejándose más y más de las intenciones del género hasta que hubo una crisis a mediados de los 50´s.     

La tercera etapa es una revitalización del género encabezada por Harlan Ellison, del cual el mismo Asimov pasa la antorcha, en la mítica antología “Visiones peligrosas”, (Harlan Ellison, 1967),   que sirve de manifiesto para reafirmar las intenciones del género y dar paso a nuevas preocupaciones de la sociedad de finales de los 60´s, después del movimiento hippie y antes de la explosión de los movimientos sociales de los 70´s.  Donde podemos destacar el tema de estados de conciencia alterados, debido a las substancias alucinógenas que se popularizaron en la época, aunque autores como Aldous Huxley ya había tratado el tema décadas antes. Autores destacados en esta línea son Phillip K. Dick, Philip José Farmer, Frank Herbert y Orson Scott Card. Estos autores ya no solo hablaban de sociedades futuristas y las consecuencias prácticas, sino del estado de la mente en consecuencia y el tema técnico pasa a un segundo plano para tratar temas más filosóficos y místicos (que pareciera a simple vista una contradicción y sacrilegio al género).

Un peligro de ser demasiado preciso con la tecnología en la ficción, es que esta avanza de manera progresiva y cada vez la alcanzamos más rápido, como lo explica Alvin Toffler en “El shock del futuro”, (Alvin Tofler, 1970), por lo que es inevitable que obras primerizas del género, incluso las más positivas, las veamos en retrospectiva con una capa de condescendencia mientras sonreímos paternalmente. O el utilizar fechas como “en el futuro de… 1999” como le pasó a Bradbury o a Phillip K. Dick, nos sentimos decepcionados de que no hemos realizado viajes a marte. Por otro lado, obras donde le dan un mayor peso a la condición humana nos hacen sentir un escalofrío el hecho de que fueran escritas hace más de medio siglo y sigan siendo tan terriblemente vigentes en su crítica, habla de porqué nos debería importar más el género.